realizadora

El peor enemigo de un guion

Existen muchos aspectos a mejorar en un guion. Versión a versión vamos puliendo, sacando y poniendo cosas para mejorar la historia. Sin embargo, uno de los errores más frecuentes y que a veces dejamos pasar no son los problemas con la historia, sino con los diálogos. Con el afán de dejar todo claro y que no haya espacio a dudas, terminamos sobre explicando cada escena y es ahí donde los diálogos son los que más sufren. Terminamos con diálogos del tipo “Acabo de llegar de la tienda y estoy muy cansada”, cuando claramente en imagen veremos que el personaje está con sus bolsas de compra y está agotada. 

Para evitar estos “diálogos explicativos” podemos hacer lo siguiente:

  • Atención el tono y la verosimilitud del guion. Si los personajes no tienen la costumbre de sobre explicar las cosas, entonces no es necesario el uso de este tipo de diálogo. 

  • ¡Usemos el subtexto! Podemos dar información a través de gestos, expresiones o frases no explícitas.

  • Si el diálogo puede reemplazarse por acciones, entonces hagámoslo. Si puede ser visto, entonces el diálogo es redundante.

  • Leamos el guion en voz alta. Esto nos ayuda a darnos cuenta si suena natural o no. 

Hay diálogos explicativos y largos que aparentemente no dan información relevante. Por ejemplo, en Reservoir Dogs, toda la secuencia inicial de 8 minutos es un diálogo gigante sobre Madonna y sobre darle o no propina a la mesera. Esto no tiene conexión con la historia. Sin embargo, estos diálogos sin sentido revelan una serie de características de los personajes y generan interés respecto a quiénes son, qué hacen, etc. Esto es un ejemplo de cómo romper las reglas a propósito, para el beneficio de la historia. 

Al final, todo lo que se escribe debe ser en beneficio de la historia, que ayude a que la trama avance o se refuerce. Evitemos los diálogos explicativos y si al final decidimos usarlos, hay que pensar en cómo van a aportar al guion.

XOXO

Rebeca Venegas
Productora - Guionista

Escribiendo el Midpoint

Cuando escribimos una historia, es usual tener claro cómo empieza y cómo termina. Pero, cuando llegamos al medio, es cuando empiezan los problemas a pesar de que lo sabemos de memoria. En el Acto I, se establecen los personajes y conflictos. En el Acto II, se ve el “progreso” y los personajes pasan por obstáculos. Finalmente, en el Acto III, llega el clímax y la historia se resuelve. 

Pero ¿cómo “progresa” la historia? ¿qué obstáculos debería enfrentar el personaje?

Gustav Freytag, en su libro Technique of the drama, cambia el paradigma clásico de la estructura narrativa, colocando el clímax en el Acto II. Su estructura se ve así:

  1. Exposición

  2. Acción creciente

  3. Clímax

  4. Acción decreciente

  5. Desenlace

Para Freytag, el clímax no es la resolución de la historia. Por el contrario, es un cambio extremo o momento decisivo en la historia. Por ejemplo, en El Caballero de la Noche, el clímax vendría a ser cuando atrapan al Joker, en pleno Acto II. Aparentemente, se logra el objetivo. Sin embargo, esta victoria termina teniendo consecuencias como la muerte de Rachel, lo cual le da una especie de boost a toda la historia, creando más acciones a partir de que Batman (el personaje principal) consigue lo que quiere y a la vez lo pierde. 

Lo que busca esta técnica es construir el midpoint con el propósito de impulsar al personaje hacia la segunda mitad de la historia y que el desarrollo del conflicto no sea solo acciones de causa/efecto. 

Esta estructura no necesariamente funciona para todas las historias, pero es una herramienta que nos puede ayudar para darle un empujón a la trama.

Rebeca Venegas
Productora - Guionista
Mágister en guión para ficción

¿Cómo empezar un guion?

Muchas veces, al momento de enfrentarnos con una hoja en blanco, se nos hace muy complicado dar ese primer paso y empezar a escribir. Para poder superar este “bloqueo” es importante entender que el guion no es una obra literaria y, por ello, no se puede ser escrita como tal. El guion es una herramienta que no está hecha para ser leída, sino ejecutada. 

Como herramienta, el guion tiene su propio proceso de escritura y parte de algo muy básico que casi siempre damos por sentado: la idea.

¿Qué es una idea?

Es el punto de partida. La idea es la base sobre la cual se construirá el relato. Para poder escribir, es necesario entender la idea como aquella que precede a la narración. Por lo tanto, debe tener ciertas características que nos faciliten el proceso de escritura y es muy importante saber formularla. Veamos algunos ejemplos:

  1. La magia

  2. La Batalla de Hogwarts

  3. Un músico en los 80’s

  4. Un chico cena con su amigo

Aunque todas parezcan válidas, solo la idea “Un chico cena con su amigo” está formulada correctamente. ¿Por qué? A pesar de ser extremadamente simple, es la única que implica un movimiento narrativo. En otras palabras, es la única que lleva un verbo. Vamos a ver por qué las otras no nos ayudan tanto.

  1. “La Magia” es un poder que puede generar acciones en los personajes, pero por sí sola no puede crear una historia. 

  2. “La Batalla de Hogwarts” vendría a ser un marco narrativo, un contexto sobre el cual se desarrolla la historia. 

  3. “Un músico en los 80’s” está muy cerca de ser una idea bien formulada, solo le falta la acción.

Todas son ideas, pero para efectos de escribir un guion, debemos tratar de facilitarnos el proceso en todo momento. Por ello, aunque la idea sea lo más básico, es importante escribirla de forma correcta, para que nos sirva cuando avancemos a las siguientes etapas.

Tener la idea clara hoy, nos hará felices cuando escribamos mañana.

XOXO

Rebeca Venegas
Productora y Guionista